Ocurrió en el concierto del domingo en Barcelona, y fue para mi la gran sorpresa de la noche. Alguien del público llevaba un pequeño cartel luminoso sostenido por un palito y Bruce Springsteen se acercó a recogerlo. Lo miró sorprendido y se lo enseñó sonriente al resto de su banda. Luego lo mostró a la cámara para que lo viéramos las 80,000 personas que abarrotábamos el Camp Nou. Unas letras rojas avanzaban por el letrerito, y podía leerse I’M GOIN’ DOWN.
Había viajado hacia Barcelona el día anterior en coche con Meli y mis hermana Paula y Ariana. Los cuatro íbamos al concierto. Dedicamos el viaje a repasar algunas canciones como quien prepara un examen. Yo tenía más idea que ellas de lo que “podía caer” en nuestro examen imaginario. Estuvimos traduciendo letras y cantando durante todo el viaje. Varias veces me preguntó Ariana: “¿Tocarán I’m Goin’ Down“? Y yo le respondí que no, que esa no la llevaban en esta gira.
Efectivamente, en los más de 50 conciertos de esta gira, que empezó en febrero, Bruce Springsteen & The E Street Band no habían tocado nunca I’m Goin’ Down. Por eso fue para mí, y para miles de personas, tan especial oírla esa noche después de ver su título en el cartelito luminoso. No estaba prevista. La lista escrita a mano por Springsteen antes del concierto no la incluía, y, de hecho, no fue lo único que improvisaron respecto de esa lista a petición del público.
No es mi canción preferida, pero la disfruté como nunca y como ninguna otra aquella noche. Tal vez no la tocaban desde hacía meses o años, ni pensaban hacerlo, pero I’m Goin’ Down sonó en el Camp Nou espectacular. Y cuento esta historia porque es la demostración de lo que sólo 35 años (o casi) de tocar juntos puede producir. Hay un hombre que escribe las canciones, pero hay también una banda de 9 personas más para interpretarlas. Bruce Springsteen se ha hecho grande, ha crecido y ha envejecido con la E Street Band. Las canciones son suyas, se escribieron para que ellos las tocaran. Toda una vida juntos, recorriendo el planeta con ese montón de canciones para repartir al mundo, haciendo del rock’n roll algo digno de respeto y admiración. Por desgracia ya no están todos; Danny Federici murió el pasado mes de abril de un melanoma, después de 40 años junto a Springsteen.
Flipé con el solo de Nils Lofgren en Youngstown, también con los sucios punteos del inimitable Steve Van Zandt en Murder Incorporated, me emocionó el saxo de Clarence Clemons bajo la luna en Thunder Road, y me encantó el beso de Max Weinberg a Bruce Springsteen al final del concierto. Son la banda del Boss y son realmente grandes.
Imágenes tomadas de brucespringsteen.net.